viernes, 15 de abril de 2016

Como si fuera la primera vez

Y llega un momento que hasta lo nuevo se vuelve rutina. Llegas a tu casa, después de un día como cualquier otro. Tiras la campera, sin importar que se manche. Revoleas el bolso, sin importar que haya adentro. Te sacas los zapatos con la ayuda del otro pie, sin importar que se arruinen. Porque no es la primera vez que los usas. Tampoco la segunda, ni la tercera.  Porque si fuera así, te los quitarías delicadamente, desatándote los cordones, primero uno y después el otro. Pero ahora eso ya no lo haces. Ni con los zapatos, ni con la campera ni con el bolso. De hecho, haces lo mismo con las personas, con tus amigos, tu familia, tu novio: sabes que están ahí y dejas de mirarlos como si fuese la primera vez.

Ya quedo en el pasado las primeras miradas, el tener que pensar tres veces antes de escribir algo o las cosquillas que se sienten en la panza las primeras salidas o planes. Quedo en el pasado el aprovechar lo más sencillo como una comida entre amigos o mirar una película con tu familia. Dejaste de conquistar día a día a las personas que forman parte de tu vida. Porque, como con los objetos, no son nuevas.

Consumimos objetos, viajes, experiencias, ropa, comida y hasta personas. Suena fuerte, ¿no? Pero así es. Y con las personas también el amor. Y ahí terminamos de meter la pata bien hasta el fondo. El amor no se consume. Porque si fuera la primera vez que hablas con alguien, no querrías quedarte callado ni un segundo. Porque si fuera la primera vez que salís con alguien, no olvidarías ni la ropa que lleva puesta, ni su perfume ni lo primero que te dijo cuándo se vieron. Porque si fuera la primera vez que viajas, te acordarías hasta el número de asiento que te toco, la música que escuchabas cuando recién saliste y hasta la cara de tu acompañante.  

Y lo mismo pasa con las últimas veces. El problema es que el destino muchas veces nos juega una mala pasada y no nos avisa la última vez que vamos a estar o ver a alguien o que vayamos a usar algo. Entonces, seguimos actuando como si nada pasara. Pero si pudiéramos saberlo, ¿qué cosas harías sabiendo que es la última vez?


Seguramente, si fuese la última vez que ves a tu hermano menor le darías todos los consejos que puedas y lo abrazarías hasta que se te cansen los brazos. Si fuese la última vez que ves a tus amigas, se la pasarían charlando de todas las anécdotas que tienen juntas, riéndose y disfrutando de comida rica. Si fuese la última vez que ves a tus papás, les agradecerías todo lo que hicieron y dieron por vos, y los llenarías de besos y abrazos.  Si fuese la última vez que pudieras escribir, lo harías dejando una carta escribiendo sobre tus buenos momentos y agradeciendo a la gente que formó parte de ellos. Si fuese la última vez que podes ver a esa persona, seguramente le dirías todo eso que hoy no te animas a decirle.  Pero, ¿quién te dijo que hoy no puede ser esa “última vez”? Todo eso que se te vino a la cabeza, eso que nunca dijiste, el lugar donde irías, los consejos que darías, los gracias y perdón que dirías, todo eso es tu destino.  No esperes al último día para hacerlo. Muchas veces ese día llega sin saludarte y se va sin despedirte. Y así quedas: con los consejos en la garganta, las ganas de abrazar, de reírte, de agradecer y decir todo lo que te quedo por decir. ¡Deja de esperar! Los últimos días no están marcados en el calendario.

Abril, 2016.

lunes, 11 de abril de 2016

Alguien especial

{ revolviendo cosas viejas encentré esta nota que escribí hace casi un año. hace unos días volví a ver a esa persona tan especial y se me ocurrió publicarla. porque todos tenemos o tuvimos una persona como esta }


Irte a dormir y esperar. Despertarte y esperar. Ir a la facultad y esperar. Comer y esperar. Viajar en colectivo y esperar. Entrenar y esperar. Bañarte y esperar. Pensar y esperar. Llorar y esperar. Reír y esperar. Esperar. Esperar. Esperar.

Esperar sin la certeza de que va a llegar lo que estas esperando. Esperar optimistamente. Esperar pesimistamente. Esperar sola. Esperar acompañada. Esperar. Esperar. Esperar.

Porque no es que piense todo el tiempo en eso, pero sé que está en mi cabeza, y siempre en algún momento del día salta como un recordatorio.  No puedo estar tranquila cuando algo no tiene explicación. “Es así, porque es así”. NO: algo paso, algo hice yo, algo hiciste vos, algo te dijeron, algo escuchaste. Las cosas no cambian de hoy a mañana ni cambiaron de ayer a hoy. Los sentimientos no se eligen y la gente no deja de querer así porque sí. Porque no sé si está mal, si está bien, si está solo, si está acompañado. No sé si me extraña, si estudia, si entrena, si come, si ríe, si llora. Lo único que sé es que acá no está.

Suelo (o solía) ser bastante corta sentimentalmente con el sexo opuesto pero hoy entendí que siempre hay una primera vez. Porque no es un “garca”; porque nos gustábamos; porque nos divertíamos;  porque habíamos empezado “algo”. Porque es distinto y es para mí. Por todo esto yo en parte sigo esperando. Y no a él, sino a esa chica que era yo cuando estaba con él.  Y aunque el resto de mi vida continúe igual de feliz y completa que siempre, rodeada de toda la gente que me quiere, sé que hay alguien que no está. Pero me quedo (o intento quedarme) tranquila, porque si tiene que estar, va a estar. Y si tiene que ser, será.
Junio, 2015.

sábado, 19 de marzo de 2016

El síndrome de NO querer crecer

Madurar, hay que madurar.
Dejar ir, aprender a avanzar.
Aunque a veces cuesta más,
llegar vamos a llegar.

Mantenerse firme, sin dejarse caer 
todo no siempre puede salir bien
¿Quién dijo que no esta permitido perder?
Eso también es parte de crecer.

Paso a paso vamos tomando confianza
lo último que se pierde siempre es la esperanza.
Por eso hoy te pido que no sueltes,
no te achiques aunque cueste,
 que yo sé que vos sos fuerte.

Marzo, 2016.


domingo, 13 de marzo de 2016

Valentina

Cuando tenía 12 años planté un árbol. Como no soy fanática de las plantas, no me voy a olvidar más ese día. Puse la semilla en la parte más fértil de todo el jardín con la esperanza de que crezca y algún 
día se convierta en un gran árbol, fuerte y resistente.

Con el paso del tiempo,  gracias a mucho cuidado y dedicación, la planta creció y se puso cada vez más alta y fuerte. Sus raíces eran gordas, las hojas cada vez más verdes y enormes. Era el árbol más lindo de todo el jardín. Todos los días lo regaba, me preocupaba porque tuviera sol y que nadie lo toque. Tengo que confesar que muchas veces dejé de prestarle atención al resto de mis plantas por ese árbol. Nada grave, muchas veces pasa, pero tuve algunos reclamos…

Pasaron los años y la planta no dejaba de crecer. Cada vez más linda y cuidada. Se bancó todo los climas: el calor del verano, las heladas del invierno, las lluvias del otoño y la humedad de la primavera. Pero nuestra complicidad seguía intacta. No había un día que yo me olvide de ella y a su vez, ella siempre me contestaba con su belleza y firmeza de siempre. Esa era su característica más notable: a pesar de todo lo que pudiera pasar por el jardín (mal tiempo, pelotas de futbol, niños pisándola, etc), ella seguía firme a la tierra como si nada hubiera pasado.

Hace una semana, hubo una gran tormenta. De esas que dan miedo, con rayos y truenos. Por primera vez, las raíces de mi árbol comenzaron a tambalear, algunas ramas volaron por el aire y muchas hojas cayeron. Y yo no hice nada. Me quede sentada, mirando como uno de los árboles más importantes de mi jardín se destruía de a poco. Había pasado una semana y solo porque soy muy orgullosa no salí al jardín ni una vez, confiándome en que se recuperaría solo. Pensaba que no merecía mi ayuda, que debía arreglársela solo. Me equivoque. Después de unos días, me di cuenta lo mal que estaba y que si no salía al jardín a ayudarlo podía marchitarse.


En ese momento me di cuenta la importancia de ese árbol, de MÍ árbol. El jardín no sería lo mismo sin él. Faltaría algo. Me aterra pensar que ese lugar quedaría vacío. Por eso, me puse los mejores guantes, compre la mejor tierra y salí con la mejor regadera a arreglar lo que había pasado. Nunca más voy a dejar que algo o alguien arruine lo que tanto trabajo me costó construir. Va, no a mí sola. Fue un trabajo de los dos. Prometo que desde hoy no voy a descuidar a ninguna de todas las plantas de mi jardín, porque aunque sean pocas todas son importantes. Hoy, arrepentida de no haber hecho nada para que esa tormenta arruine mi árbol, aprendí el lugar que ocupa. Perdón por descuidarte, no voy a volver a correr el riesgo de perderte.  

Marzo, 2016.

miércoles, 9 de marzo de 2016

La excepción que modifique la regla

Hay cosas que no tienen que pasar. Pero pasan.

No tenes que criticar al novio de tu amiga. No tenes que pegarle a tu hermano. No tenes que irte a dormir sin bañarte. No tenes que chamuyarte a otra mina estando de novio. No tenes que decir que estas llegando si ni siquiera saliste. No tenes que ir a rendir sin estudiar. No tenes que salir con fiebre. NO TE TENES QUE ENAMORAR DE TU MEJOR AMIGA/O.

AMI gos. AMI stad. AM or. En AMOR arse. NO. NO. NO. Una cosa no lleva a la otra en estos temas. Sos mi amigo; no puedo imaginarme una salida romántica con vos, que me regales flores o me lleves a comer por San Valentín. ¿Por qué arruinar la relación? Si todos sabemos que de la amistad al amor hay un solo paso pero del amor a la amistad no hay camino que te traiga de vuelta. 

Me resisto a pensar en que no existe la amistad entre el hombre y la mujer. Soy de esas ingenuas que cree que se puede tener un amigo sin que te mire el culo o quiera “algo más”. ¡Esta bueno un hombre para calmar tanta histeria femenina a veces!  Confío en vos, te cuento mis problemas y alegrías, hacemos cosas juntos. ¡No lo arruines por favor! Comprobemos que si existe la amistad entre el hombre y la mujer. Seamos la excepción que modifique  la regla. 

Marzo, 2016.

martes, 8 de marzo de 2016

BIENvenido amor

Me quedo sentada. Disfruto de ver como el viento te corre por la cara. Te mueve lentamente el pelo que te cae sobre la frente. Te reís. Hay pocas cosas en el mundo que me gusten tanto como verte reír. Esos hoyuelos que se forman al final de tu sonrisa y los ojos achinados. No te conozco, no sé cómo sos pero siento que me perteneces. Algo me dice que ya nos conocíamos. Capaz te estaba esperando. Capaz me estabas esperando. Capaz el destino decidió que nos crucemos ahora, ahí, de esa manera: vos sentado en un banco, yo sentada en el pasto.

No sé qué va a pasar entre nosotros, solo sé tu nombre y con eso me alcanza. Ojalá pueda conocerte más, ojalá me dejes. Mientras tanto navego en ese mundo perfecto al que me llevas cuando te reís. Deseo que esos segundos no se terminen nunca y que esas cosquillas en la panza no desaparezcan cada vez que te veo llegar.

Te vas y yo me quedo unos minutos más en ese paraíso que dejo tu presencia. Quiero saber todo de vos. Y si vos hoy me preguntas que carajo es el amor, la respuesta no la sé. Pero todo esto no es casual ni pasa todos los días. Bienvenido amor, ¿sos vos? Por favor no me decepciones otra vez. Bienvenido amor, si esta vez sos vos pasa, la puerta está abierta.

Octubre, 2015.